En esta vida hay errores y errores...
Reconozco que a lo largo de mi vida he cometido muchos, muchísimos errores, la gran mayoría de ellos banales, eso si, pero hay 2 que marcaron un antes y un después en mi vida.
El primero os lo contaré más adelante, hoy os voy a contar el segundo error más importante de mi vida, diría yo que más importante que el primero aún. Al fin y al cabo del primero me he podido reponer sin problema.
Tal día cómo hoy hace tres años era Martes, un martes normal y corriente salvo por la particularidad de que mi yayo estaba ingresado con pronostico muy favorable por una infección de orina (creo).
Mi yayo hacía un par de años que no estaba del todo bien, a nivel físico había perdido muchísimo peso y a nivel mental digamos que sufría algo muy parecido a Alzheimer pero sin llegar a serlo.
Todos los días que me era posible lo iba a visitar y pasábamos las tardes juntos, lo llevaba de paseo y el cogido a mi mano me explicaba historias de cuándo yo aún ni siquiera estaba en la mente de mis padres.
Solíamos andar un ratito y después nos sentábamos en nuestro banco a criticar a todos los que pasaban por delante y a imaginar que en un futuro no muy lejano el y yo íbamos a tener un pisito en el que yo le podría cuidar y hacer compañía.
- Tu abuela no me da dinero- me decía- pero yo tengo unos ahorrillos y con eso tu y yo nos vamos a ir, ya verás, echaremos un día a andar y nadie sabrá donde buscarnos..
Después de un rato imaginando, me cojía otra vez la mano y me decía:
- Vamos petardiki a ver si la señora nos quiere dar de cenar!
Sólo eran las 19.30 de la tarde, pero yo siempre le acompañaba en su cena.
Cojía su bocadillo, lo partía en dos y decía:
- Carico...venga comete la mitad ahora que no nos miran, que yo no puedo comer tanto... después venía el platito de fruta pelada y más de los mismo: -Venga carico, come un poco...
Así eran mis tardes, unas mejor, otras peor... pero casi todas las que pude las pasé a su lado, escuchando historias, aprendiendo de las cosas que sólo una persona mayor te puede enseñar y cenando a medias a las 19.30h.
Y así fueron pasando los días hasta el Martes 18/01/2013.
Eran las 12.30h cuándo sonó el teléfono. Era mi padre para informarme de que a mi yayo ya le habían asignado una habitación y preguntarme si iba a pasar a verlo esta tarde. De fondo oía a mi yayo contar chistes (el era muy bromista), e ignorante y egoísta de mi, le dije a mi padre que cómo veía que mi abuelo estaba muy bien y yo aquella tarde tenía que ir a comprar, pasaría a verlo sin falta al día siguiente.
Llegué tarde, todo lo tarde que se puede llegar a dar el último adiós a una de las personas más importantes de mi vida..
Al dia siguiente estando en el trabajo recibí la peor noticia que he recibido en mi vida, mi yayo se había ido, tal y cómo el me dijo, lejos muy lejos, dónde ya nadie lo podía encontrar...
Sé que fue su decisión, hacía tiempo que el mismo mirándome a la cara me había dicho una y otra vez que quería que eso se acabase. Ya lo había hecho y visto todo y ya no tenía fuerzas ni ganas para más.
En parte, prefiero que fuese así, siempre me quedará la rabia de no haber estado allí el día de antes, pero también se que si hubiese ido todo habría sido muchísimo más duro.
Desde aquí yayo, estés dónde estés sólo quiero que sepas que te echo de menos, aún guardo tu reloj y aún, sigue oliendo a ti.